02 Abr Bit_ácora COVID-19. Información: antídotos y máquinas de guerra
Bit_ácora COVID-19
Información: antídotos y máquinas de guerra
Día dos: La paciente 0 está esperando su vuelo en el aeropuerto de Chicago. Viene de un largo viaje de trabajo en China. Se empieza a sentir mal. Tose.
Día cuatro: Aún no se puede determinar un diagnóstico. Surgen focos de infección en todo el mundo. Tos, fiebre… Vemos la misma escena en Hong Kong, en Inglaterra, en Japón, Estados Unidos. Las muertes aumentan, China ya está en cuarentena. La paciente 0 empeora y poco después, muere.
Día cinco: Cuando el doctor está haciendo la autopsia le dice a su compañero que se aleje de la mesa. “¿Debo llamar a alguien?”, le pregunta al doctor, y él, desconcertado, responde “¡Llame a todos!”.
Se prenden todas las alarmas. El virus se propaga a una velocidad desmedida, así como la información sobre el mismo.
“Llamar a todos” o “informar a todos”, en tiempos de crisis, implica enfrentarnos a un flujo exacerbado de información de todo tipo: noticias, videos, tuits, publicaciones en Facebook, cadenas de WhatsApp, sin que haya un filtro o una palomita de verificación que nos diga “esta información es cierta”, “esta es una noticia falsa”, “esto es útil”. La velocidad y cantidad de información que circula actualmente desbordan cualquier capacidad de filtrado, curación de materiales y dificultan sin duda, la verificación.
Las redes sociodigitales (y otras plataformas de mensajería instantánea) se han convertido en espacios en disputa, donde los datos oficiales y la opinión de los especialistas, compite con la de impostores, campañas interesadas en golpear personajes políticos o proyectos, también con teorías conspiracionistas, con las recetas de curas y remedios milagrosos o, con los números de casos confirmados que varían según las fuentes consultadas.
En la bit_ácora anterior se señaló que “la propagación de información acerca del COVID-19 es aún más acelerada que la propagación del virus en los cuerpos”; en esta entrada nos interesa aproximarnos a:
- La información como antídoto contra la incertidumbre (reenviar, compartir información), Mitigar el agobio de la opacidad de un mundo que ha dejado de responder a las normas y brújulas que ordenan la vida cotidiana.
- La información como una máquina de guerra, que, entendemos siguiendo a Deleuze y Guattari, como aquella que lucha dentro del espacio propio que provee el capitalismo y la forma-Estado, a la que se enfrenta en su mismo territorio (Deleuze-Guattari, 1988. Moraña, 2017).
- La información como eje de la configuración democrática y, al trabajo con datos para informar y construir un sentido en común.
Atajar la incertidumbre: reenviar, compartir, rt
El “por si acaso” o “por si fuera cierto”, “por si ayuda a alguien”, “por si nos están mintiendo”, que guían el dedo para oprimir la opción “enter”, parecen operar como una dinámica de prevención o como un escudo frente a la propagación del virus (y de la incertidumbre misma). El “por si acaso” funciona como el intento de conferir con otras y otros, lo que se pre-asume son “datos”, “hechos” o “noticias” valiosas, aunque resulten dudosos. El impulso de compartir se alimenta del espíritu gregario y al mismo tiempo lo alimenta: ese estar juntos que parece implicar mirar el mundo de la misma manera.
Sin embargo, el “por si acaso”, tiene también otro rostro: aquel que otorga al emisor, especialmente en WhatsApp, la sensación de convertirse en un “nodo”, posición que ocupa un actor -cuenta, persona o hashtag- en una red, que se conecta con otros nodos y que es el elemento fundamental en la cadena de transmisión de información que en este caso, se asume “vital”: desde el control del dispositivo inteligente o en la computadora, me convierto en portador-portavoz del dato clave, de la última revelación. Este es uno de los pilares sobre los que descansó, por ejemplo, el uso mañoso y mafioso de WhastApp en la elección de Jair Bolsonaro: suelta una información creíble y los “nodos” apropiados se encargarán de lo demás.
Proponemos entonces, pensar WhatsApp como una tecnología de proximidad, porque después del cara-a-cara, la comunicación más “segura” (en términos de cercanía) es el télefono. Por aquí podemos mantener un canal “abierto” de comunicación con los otros, con nuestra familia, amigos, colegas, y al momento de recibir una cadena, un mensaje, nos encontramos con la guardia baja, con pocos filtros cognitivos para procesar y cuestionar la información recibida.
Las cadenas de WhatsApp que afirman con seguridad que ya existe el método para “curar” el virus o aquellas que hablan de conspiraciones sobre su origen, suelen ser criticadas por ser una fuente de desinformación, lo cual sin duda alguna es cierto, pero el señalamiento racional y las penalizaciones de las distintas plataformas no va detener este tipo de contagio viral de información falsa, alarmista, conspirativa, mágica, porque “detrás” de esta lógica del “por si acaso”, anclada en la experiencia subjetiva del actor, hay operando todo un entramado cultural muy denso y antiguo: la creencia por encima del saber, el temor frente a lo desconocido. El aguafuerte de Goya, lo dice todo: “El sueño de la razón produce monstruos”, que hoy se fortalecen por la velocidad, la ubicuidad y la inmediatez de las redes sociodigitales y las plataformas de interacción a distancia.
Info-datos y máquinas de guerra
“Los afectos atraviesan el cuerpo como flechas, son armas de guerra” (Deleuze-Guattari, 1988)
Como ya se señaló antes, acudimos a la noción de “máquina de guerra”, desarrollada por los filósofos Deleuze y Guattari, como una metáfora que permite aprehender la datificación de la realidad a partir de un conjunto de axiomas (verdades autoevidentes que no requieren comprobación), que se despliegan en los límites o márgenes de lo que los autores consideran la forma-capital, la forma-estado. Con Deleuze y Guattari (1988), podemos afirmar que la información sobre el covid-19, que llega, se pide, se comparte, se altera, se enriquece, se esconde, constituye una máquina de guerra en la medida en que construye un sistema de desarticulación del espacio “formal” de la comunicación, para crear otro distinto.
Frente a la prohibición, la solidaridad; frente a la mezquindad, la generosidad. Micro-sitios, micro-discursos, operan como mecanismos de resistencia y rompimiento de lo establecido a través –diría Martín Barbero–, de unas “muy otras prácticas”.
El frente de batalla de las máquinas de guerra, es diferente al de los antídotos; en el segundo caso, se trata de una forma cultural y reactiva; en el caso de la máquina de guerra, se trata de una respuesta política y cultural, que dirige su atención a las “verdades autoevidentes” que empiezan a tambalearse frente al nuevo ensamblaje que proponen e impulsan las “máquinas de guerra”, forzando los márgenes, las máquinas de guerra.
Como ejemplo está el caso de la enfermera Azahara, en el Hospital Valdepeñas, en España, que para evitar la angustia de sus pacientes por tratar con personas con mascarillas y equipo de protección de cuerpo completo, propuso escribir su nombre en su pantalla facial: “Hola! Soy su enfermera Azahara”. Después más enfermeros y enfermeras se unieron a la iniciativa. Con cientos de pacientes hospitalizados, la labor de cuidado y cercanía de las y los enfermeros es vital, pero la urgencia y la prisa con la que deben operar en el hospital, y que estén cubiertos de cuerpo completo, puede ser angustiante para los pacientes, e incluso entre los mismos enfermeros que tampoco se pueden reconocer entre sí.
Aquí el nombre propio es una máquina de guerra porque reconfigura la relación enfermera-paciente, en un espacio donde deben tomarse medidas sanitarias por el riesgo de contagio. Es decir, la enfermera está cubierta de pies a cabeza, con un equipo médico que actúa como una “barrera” frente al virus, como una herramienta de autocuidado. En este espacio ella no es la única, todos los enfermeros y enfermeras deben llevar el mismo equipo para evitar el contagio y propagación. Los pacientes no son atendidos por la misma enfermera o el mismo enfermero cada vez, los cuidados los reciben de distintas personas, pero que en estas circunstancias se ven igual a las demás. El hecho de ponerle nombre propio a este “uniforme” es intervenir la barrera que los separa.
Habitar, poseer, rentar; el #Covid19 ha puesto en evidencia uno de los ejes más problemáticos del capitalismo: la propiedad. Sobran ejemplos que señalan la mezquindad que se traduce en la propiedad que señala cada día que habitas algo que no es tuyo. Eso y otros ejes o vectores del capitalismo han aparecido con fuerza en estas últimas semanas de aislamiento y cese de actividades no esenciales:
Las historias que circulan distintas redes sociales, dan cuenta de brotes de racismo y zenofobia, historias de discriminación terribles; pero la máquina de guerra construye otros relatos al límite de lo posible.
Caseros que condonan los pagos, profesores que van a casa de sus estudiantes y detrás de una ventana explican en una pizarra un ejercicio de matemáticas; un entrenador deportivo que en la ciudad de Hamburgo da clases gratuitas en la calle para que sus vecinos se ejerciten desde sus balcones; taqueros que en México regalan comida al que lo necesita.
Lo interesante de estas historias, no se centra exclusivamente en lo que comunican, sino principalmente en lo que despiertan, por ejemplo el tuit de la conmovedora historia de la casera contada por Bea, generó desde el 1 de abril, 84, 400 “me gusta” y fue retuiteado 23, 300 veces, además de las respuestas e interacciones que generó en su TL, con historias similares, o con respuestas emotivas y emocionales.
Me acaba de llamar mi casera. Os voy a hacer un resumen. Solo ha hablado ella, a mí no me has dejado:
"Bea, yo he estado pensando mucho en tu situación y he decidido que no me pagues más el piso. Ni este mes, ni los que vienen. (Sigue)— Bea ツ (@Beaenlasnubes) April 1, 2020
Si el COVID19, ha evidenciado algo, además de la fragilidad del sistema y de la precariedad de la vida, es la crisis agobiante del capitalismo predador.
Las máquinas de guerra, en el sentido que les atribuimos aquí, distorsionan el mensaje capitalista “ganancia sobre la vida”. En las máquinas de guerra, el papel de las plataformas digitales, especialmente Twitter es cada vez más importante. Las narrativas y relatos que alimentan la necesaria “máquina de guerra”, son esa voluntad colectiva motivada por un interés en común: la solidaridad frente a la catástrofe.
Si se acepta que la información y los datos pueden operar como máquinas que interrumpen el relato dominante, es fundamental plantear algunas preguntas:
a) La pandemia abre un nuevo escenario de gubernamentalidad, que rebasa las formas de gobierno.
b) ¿Cómo se reconfigura la relación poder-saber, fe-ciencia, opinión-dato, que día tras día desde de los inicios de la pandemia pavimentan la escena para un colapso de la episteme1 que comanda la contemporaneidad?
c) ¿Qué elementos, figuras, personas-personajes, animales o naturaleza ponen a circular las nuevas máquinas de guerra inauguradas por el Coronavirus?
Información y democracia: otras formas de articulación
Las preguntas a plantear después de este recorrido por algunas dimensiones socioculturales y políticas de la pandemia, se vinculan al valor de la información como componente clave de la construcción-configuración democrática. Son preguntas complejas, arriesgadas y no exentas de los sesgos cognitivos de quienes las formulan.
Si en las teorías más clásicas, los tres componentes centrales del circuito comunicacional son la producción, la circulación y el consumo, en la etapa actual de la historia cultural y tecnológica, este circuito se ve rebasado por la irrupción de múltiples tecnologías y de lo que Scolari llama hipermediaciones:
Al hablar de hipermediación no nos referimos tanto a un producto o un medio sino a procesos de intercambio, producción y consumo simbólico que se desarrollan en un entorno caracterizado por una gran cantidad de sujetos, medios y lenguajes interconectados tecnológicamente de manera reticular entre sí.
Es decir, el ecosistema comunicativo e informacional requiere de constantes ajustes en tanto lo que se modifica aceleradamente no son los productos o los medios, o los sujetos, sino justamente el proceso de intercambio acelerado de sentido desde una lógica no centralizada, como lo señala Scolari.
En tal sentido, emergen al igual que en otros momentos de crisis, esfuerzos para atajar la falsa información sobre el coronavirus, como lo hacen Verificovid y la Organización Mundial de la Salud (OMS), en un esfuerzo titánico por cubrir aquellos aspectos del “proceso” que se ven continuamente desafiados.
Plataformas como Twitter, Facebook, Instagram, Google y YouTube también están tomando medidas para evitar la circulación de información falsa en redes. En Facebook y en Instagram, además de moderar contenidos, también agregaron pop-ups para conectar a los usuarios con información verificada de la OMS, de otras instituciones y autoridades sanitarias. Esto se compartió con más de mil millones de personas, de las cuales alrededor de 100 millones interactuaron con los pop-ups.
Twitter agregó una sección en su página de eventos dedicada a compartir información sobre el COVID-19, y entre las estrategias que están tomando a nivel internacional en relación a la contingencia, están sus esfuerzos para proteger la conversación pública y el apoyo a periodistas. Google también tiene una sección que se actualiza constantemente con información verificada y recursos para consultar. YouTube adaptó sus políticas sobre el contenido que se comparte en esta plataforma en relación a la pandemia.
La moderación de contenidos es una de las herramientas más potentes que tienen estas plataformas –o compañías–, y en tiempos de crisis, es indispensable mantener un buen clima comunicativo e informativo (en sus diferentes formatos), sin dejar a un lado la pluralidad en la información para asegurar condiciones democráticas en el acceso y producción de la misma, y tomando en cuenta que la moderación incluye matices, porque implica el poder que tienen estas compañías en darle visibilidad a un contenido sobre otro.
Traducir el dato, abordar la narrativa
Es clave rescatar la información útil entre los flujos informativos de la era digital. Contrastar los datos que ofrecen los gobiernos, las organizaciones, especialistas y los medios.
En el caso del Gobierno Mexicano, la Secretaría de Salud ha tomado distintas medidas para informar y evitar el contagio del coronavirus, como las conferencias diarias del Dr. Hugo López-Gatell y las autoridades sanitarias y federales, la campaña #QuédateEnCasa y el personaje Susana Distancia.
Los reportes diarios que ofrece la Secretaría de Salud se conforman de un comunicado técnico, con la distribución global de casos confirmados de COVID-19 y defunciones, con información de la OMS, y los datos oficiales de casos confirmados, sospechosos y defunciones en México, junto con un mapa interactivo. Estos documentos están disponibles y se pueden descargar, pero vienen en un formato poco manejable. Cualquier persona que quiera hacer sus propias presentaciones de esos datos, que quieran contrastar información, se ven limitados por el formato PDF de las tablas.
Un ejemplo del valioso trabajo y vocación de restaurar el valor de los datos (específicamente los datos que comparte la Secretaría de Salud en su comunicado técnico) como un bien público, útil y accesible es covidatos.mx, creado por Eli Parra (@elzr), quien se ha encargado de traducir los datos oficiales diariamente y hacerlos accesibles en un formato manejable, además de llevar un tablero de anotaciones, donde registra las inconsistencias entre las tablas de cada comunicado.
Aquí presentamos una visualización interactiva de los casos confirmados de coronavirus en México, organizados por estado y por procedencia de contagio, actualizado hasta el 04 de abril de 2020 y elaborado por Signa_Lab. Del lado izquierdo se muestra la procedencia, junto con el total de contagios. Los colores representan las diferentes procedencias y estados y cómo se relacionan (el número que aparece al centro representa los casos entre procedencia-estado). Del lado derecho aparecen los estados junto con el total de casos confirmados.
En esta cuenta de Twitter se pueden consultar más esfuerzos para visualizar los datos oficiales de COVID-19 en México: https://twitter.com/covidctdmx.
El dataset de esta visualización está actualizado hasta el 04 de abril a las 13:00hrs. El total de casos confirmados hasta esa fecha es de 1,890, donde el registro de la procedencia de contagio más frecuente es el contacto (64% de los casos), seguido de Estados Unidos 17% de los casos), España (14% de los casos), Francia (3% de los casos) e Italia (1% de los casos).
Otro ejemplo de información accesible para la investigación y periodismo de datos es Our World in Data, con bases de datos que se actualizan todos los días de los casos totales a nivel mundial. Aquí presentamos una línea del tiempo animada de todos los casos registrados de coronavirus, organizados por lugar, desde el 31 de diciembre 2019 al 04 de abril 2020, elaborada por Signa_Lab.
Esta línea del tiempo muestra los primeros 25 de 202 lugares que componen el dataset original. Comienza el 31 de enero 2019, con un total de 27 casos confirmados de COVID-19 en China (en la esquina inferior derecha aparece la fecha en formato mes-día-año y el total de casos). En los primeros segundos de la animación, el único lugar con casos es China, y hasta el 27 de enero parece Tailandia. A principios de febrero es cuando empiezan a aparecer más casos confirmados en otros lugares o países, y se ve claramente la concentración y el crecimiento en Italia, Estados Unidos y España a mediados de marzo. Hasta la fecha, según este dataset, Estados Unidos es el país con mayor número de casos confirmados: 277,965, a comparación de Italia, con 119,827 y España, con 117,710 casos. Según estos datos, el número más alto de casos confirmados en China es de 82,527. El número que aparece a un costado de cada barra representa el número de casos registrados en ese lugar.
Los registros de casos confirmados, casos asintomáticos, casos en investigación, el número de muertes a causa del coronavirus cambian cada día. Mientras redactamos este texto, el número total de casos confirmados a nivel mundial es 1,272,115, con 260,012 recuperaciones y 69,374 muertes. Después de la publicación de este trabajo, todos esos números serán distintos.
Ante los enormes desafíos de información, comunicación y verificación en torno a esta pandemia, desde Signa_Lab nos preguntamos por los desafíos de la curaduría de contenidos digitales: ¿qué medidas tomar para no compartir información falsa o alarmista? ¿Con qué herramientas contamos y qué saberes se requieren para el manejo e interpretación de datos, para ponerlos en contexto? El dato sin la interpretación es estéril.
El COVID-19 ha construido un nuevo “afuera”, en el silencio de las calles, en el amontonamiento del transporte público de los que no han podido parar y quedarse en casa, un afuera que se sostiene con trabajos precarios y la invisibilización de lo que es necesario para mantenerlo funcionando. Pero al analizar lo que sucede en las plataformas y redes sociodigitales, al descargar cientos de miles de tuits, de publicaciones en Instagram, lo que se dibuja es un nuevo “adentro” en el que los afectos, “nos han atravesado como flechas”.
Referencias:
- DELEUZE, G; GUATTARI, F. (1988): Mil Mesetas: Capitalismo y Esquizofrenia. Pre-Textos, España.
- MORAÑA, M. (2017): El monstruo como máquina de guerra. Iberoamericana-Vervuert, España.
- REGUILLO, R. (1993): Notas críticas sobre movimientos sociales. Una perspectiva gramsciana. Iztapalapa. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, Num. 30, 117-126pp, México.
- SCOLARI, C. (2008). Hipermediaciones. Definiendo las hipermediaciones. Disponible en: https://hipermediaciones.com/2008/11/02/definiendo-las-hipermediaciones/